Como muchos turistas que escogieron en esta temporada al Quindío para sus vacaciones, he regresado a Bogotá luego de un viaje sin contratiempos; esperaba que el mismo pudiera ser dificultoso por todo lo que los medios estuvieron divulgando constantemente sobre el estado de las vías, principalmente el estado del tramo “rey”:
La Línea. Cero inconvenientes, eso sí, como dicen por ahí, carros a la lata, entre ellos, muchos camiones pues la restricción solo se dio este pasado domingo después de las 12 del mediodía.
No dejo de pensar lo ideal que será cuando todos los viaductos, túneles y dobles calzadas estén disponibles al 100%: Desde la salida de Bogotá hasta Armenia no serán más de 4.30 horas de un paisaje lleno de contrastes dignos de mencionar en cualquier campaña promocional dirigida a ese 60% de mercado correspondiente a Bogotá y las otras ciudades que se sirven de esta, la vía mas importante del país. El consenso familiar es que en esta vía la oferta gastronómica, con excepción de la de Melgar (a donde ya no se entra) podría ser mucho mejor, situación que motiva a muchos viajeros (como es mi caso) a preparar de antemano el consabido fiambre.